El petirrojo, aun siendo poco esquivo ,suele oirse antes de ser visto. Su canto inconfundible nos hace buscarlo entre matojos y ramajes a baja altura, y en pocas ocasiones defrauda. Es habitual verlo cerca de los senderos, mostrando ese pecho anaranjado que le da su nombre. Cuantas mañanas de fotografia ha salvado este pequeñin a muchos aficionados mientras esperaban a otra especie ¡
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